• El TLC acabó con industriales; sólo quedan los artesanales

Por Víctor Sánchez Baños

En nuestra niñez no sólo había juguetes artesanales, sino de marcas que eran orgullosamente mexicanas. En las jugueterías se encontraban fácilmente los educacionales “Mi Alegría”, así como los Lili Ledy, Plastimarx, Cipsa, Modelman, Ensueño y muchas más.

Lili Ledy, fundada a principios de los 50s del siglo pasado, por José Ciklik Perky y su esposa María Sneider, es el caso más icónico de la manera como se acaba con empresas mexicanas que son creativas y diversificadas.

Cerró en 1985 a consecuencia de la falta de protección del gobierno mexicano ante los tiburones internacionales que la compraron y después la desaparecieron. Así se quitaron competencia en el marco del GATT.

Jugueteros mexicanos inventaron las muñecas que hablaban, mediante un disco que se colocaba en la “espalda”. Las autopistas, los juegos científicos e infinidad de juguetes tenían el mercado doméstico con calidad y precio.

A la llegada de los chinos, sin calidad y el precio, por debajo de los costos, hicieron imposible competir. El gobierno mexicano prefería guardar silencio para no “molestar” ni a los estadounidenses, que exportaban al país productos “novedosos” fabricados en China y otros países asiáticos, con una mano de obra esclava.

El abandono gubernamental, con el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, así como la permisividad con los chinos, acabó con esa gran industria juguetera mexicana, donde sus empresarios morían en la miseria.

EN SUMA: Cemex, de Rogelio Zambrano, a más importante cementera mexicana, se desmantela. Ahora vende parte de sus activos en el país a Cementos Chihuahua, bajo el liderazgo de Federico Terrazas Becerra.

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