Por Víctor Sánchez Baños

 

Por acuerdo entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y el del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, se firmó el Tratado de libre comercio entre México Estados Unidos y Canadá. Para México, los políticos le ponen la siga de “Tratado”, que tiene implicaciones constitucionales y para nuestros socios comerciales es un “acuerdo” que no implica mayores compromisos.

Bueno, esa es una formalidad que poco cambia lo que ocurrirá en el transcurso de la vida comercial del país. Lo que de verdad afecta los bolsillos de todos los mexicanos son varias clausulas que están dentro del interlineado de letra “chiquita”.

Entre ellas, lo que no se dice públicamente, es que se duplicó la protección a las patentes de medicamentos. Todo ello, ante la presión de las grandes farmacéuticas que quieren explotar aún más las marcas que tienen.

Con la liberación de los medicamentos genéricos se abrió una ventana de opciones de salud para millones de mexicanos que son pobres y no tienen acceso fácil a las medicinas de patente.

Con los medicamentos genéricos, los precios de las medicinas disminuyeron de un 70%, hasta un 80 por ciento, lo que por cada 100 pesos que se pagaba por un medicamento de patente, ahora, en los liberados, se pagan entre 20 y 30 pesos.

La administración de Donald Trump, buscó por todos los caminos para que el Instituto Mexicano de Protección Industrial tuviera la responsabilidad de cuidar esas patentes y llevarlas a plazos que simplemente no son operables. Incluso, buscaba que la ley se cambiara y, en caso de emergencia por catástrofes de salud, se impidiera hacer copias por motivos humanitarios. Afortunadamente, esta ley quedó como estaba redactada.

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