Por Víctor Sánchez Baños

 

Una niñez mal alimentada es la mejor manera de asegurar un futuro mediocre y sin opciones para que la sociedad se supere. Esto ocurre en México.

En 2017 nuestro país ocupó el primer lugar en obesidad infantil a nivel mundial y la principal causa es la mala alimentación de niños y jóvenes de entre 0 a 15 años; tan sólo en 2015 en México, el 21% de las niñas y el 16 por ciento de los niños declararon que no desayunan antes de la escuela, según el Informe Anual, México 2017, elaborado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef.

Destaca que el 50% de las niñas, niños y adolescentes está en situación de pobreza y la principal carencia es la falta de seguridad, la cual afecta a 6 de cada 10 menores, seguida de la carencia de alimentación que afecta a 2 de cada 10.

Además, la Unicef alerta que el 96.2% de los niños de entre seis y 14 años asiste a la escuela, por lo que consideró que los planteles escolares representan un espacio ideal para que los menores tengan garantizado el acceso a alimentos nutritivos, variados y de calidad a través de comedores escolares.

Estas conclusiones llevan al gobierno a fortalecer sus políticas de desayunos escolares, como se hace desde el sexenio de Adolfo López Mateos. Por si fuera poco, es fundamental ampliar esa tarea a la comida. Una dieta equilibrada sería la diferencia entre niños que reciban el conocimiento y lo retengan a quienes únicamente van a la escuela sin resultados.

El próximo gobierno federal deberá tomar la responsabilidad de dar de comer a todos los niños del país y el mejor sitio para hacerlo es la escuela. Así se asegura que todos los niños estudien y se alimenten.

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