Por Víctor Sánchez Baños

 

Es obtuso que en un país con carencias, los políticos hagan acuerdos o entreguen servicios a privados, a pesar que tienen las herramientas para hacerlo a un mucho menor costo.

Un ejemplo emblemático es el servicio de mensajería que utilizan todas las dependencias gubernamentales y en las que hacen a un lado el sistema que tiene el Gobierno, a través de Correos de México, una dependencia que tiene una cobertura del 98 por ciento en el país, con 17 mil 294 oficinas, mil 778 rutas terrestres y 13 mil 703 buzones

Materialmente el 90% de las dependencias públicas usan desde empresas pequeñas hasta grandes distribuidoras de mensajería para distribuir desde correspondencia, hasta materiales. Bueno, el colmo es que hasta la secretaría de Comunicaciones y Transportes concesiona ese servicio, lo que presenta un daño al patrimonio gubernamental.

De acuerdo a información de la Cámara de Diputados, en los últimos cuatro años, se destinaron a Correos de México tres mil 798 millones 226 mil 11 pesos del erario público, por lo que es necesario que este organismo opere de forma superavitaria y que el gobierno no genere gastos por utilizar otros servicios de mensajería y paquetería.

Si bien, sus tarifas son elevadas y sus servicios más lentos, debe competir con el sector privado en eficiencia, tiempos de entrega, costos y, especialmente para ofrecer una opción que no esté en precios tan elevados que no sea competitiva.

Se frenó el crecimiento de Correos debido a que fueron utilizados por el crimen organizado para transportar drogas. Eso se puede evitar con el control de sus instalaciones mediante sistemas de escaneo sofisticado y moderno. Todo se puede.

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