Por Víctor Sánchez Baños

En México, la normatividad para loa seguros de vida, gatos médicos, automovilísticos y para cualquier otra actividad, no ofrece garantías para los consumidores. Los precios son elevadísimos, no pagan el 100 por ciento de lo perdido o dañado y lo que es peor, los aseguradores defraudan a los clientes y no les cumplen con lo que les ofrecen.

En primer lugar, son increíblemente caros. Es mejor, inclusive, con todo el riesgo que ello implica, el asegurarse fuera del país, con el objeto de pagar menos, pero con mayores y mejores garantías. En Estados Unidos, por ejemplo, el precio de las primas de seguros, llegan a costar hasta un 70% más baratos y con mejores condiciones para beneficio del consumidor.

En México, las leyes protegen a las empresas mexicanas, ya que las convierten en el más aguerrido cártel de aseguradoras. Ellos fijan las reglas y la Comisión Nacional de Seguros, simplemente están sospechosamente a su servicio. No permiten que empresas extranjeras ofrezcan sus servicios en el país y las grandes compañías estadounidenses utilizan a coyotes en el país para vender sus seguros. Si las autoridades buscaran competencia real, dejarían incursionar a empresas estadounidenses o de otros países, pero bajo el control necesario para beneficio del consumidor. Impedir que lleguen a acuerdos para exprimir a los mexicanos.

En cuanto al pago de las primas, en México las aseguradoras, evitar cumplir con sus obligaciones y generalmente pagan entre el 75 y el 90 por ciento del total del siniestro. En pocas palabras, un fraude para el consumidor mexicano.

 

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