Por Víctor Sánchez Baños

Desde el viernes pasado, el mundo tiene nuevo presidente de Estados Unidos. El impopular e impulsivo magnate Donald Trump, juramentó como líder de la nación más poderosa del planeta y estableció varias medidas que afectan directamente la zona de confort de naciones como la nuestra.

Controles migratorios, comercio cerrado y restricciones a las inversiones que salen de Estados Unidos, con algunas de las medidas que afectan a México, debido a que vivimos de “exportar” mano de obra barata al vecino del norte, maquilamos con mano de obra barata y especializada para regresarles productos terminados y recibimos inversión extranjera, por los mismos motivos.

De esa forma, el país recibe miles de millones de dólares y se inyectan al sistema económico. En el caso de las remesas, entre 8 mil y 12 mil millones de dólares, van directamente a los bolsillos de los familiares de los inmigrantes. Llegan entre 6 mil y 10 mil millones de dólares anuales por inversiones en filiales de empresas estadounidenses y en maquiladoras.

Sin embargo, en esa zona de confort, el gobierno no destina inversión o estrategias para mejorar las oportunidades y provocar un incremento en la planta productiva. Hoy, con Trump, más nos vale ponernos las pilas y generar esas condiciones o de lo contrario el país se hunde irremediablemente.

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