Por Víctor Sánchez Baños

 

Es un hecho que se iniciarán negociaciones para el Acuerdo Transpacífico de comercio y la reapertura del Tratado de Libre Comercio para América del Norte. Para ello, necesitamos negociadores de primer mundo.

Ya se apuntaron los segundos de Jaime Serra Puche (se acuerdan de quien cometió los errores de diciembre de 1994 que hundieron la economía y empobreció a cientos de miles), así como a sus “cercanos colaboradores” como Herminio Blanco, quien fue secretario de Economía en la administración de Ernesto Zedillo.

Este grupo hundió al país. Lo entregó a los intereses de las más poderosas empresas estadounidenses y canadienses. A los primeros les dio incondicionalmente los servicios bancarios y energéticos; a los segundos la minería especialmente el oro, plata, cobre y otros metales preciosos a cambio del 7.5% considerado como “derecho” a la actividad minera. No paga IVA.

La mayoría de los mineros mexicanos soportan impuestos extraordinarios que no toca a los canadienses. Sin embargo, el caso de Jorge Larrea de Grupo México, además de llevarse el oro para venderlo en los mercados internacionales, cambia de domicilio a “Minera México” a Londres donde paga impuestos para el crecimiento de aquella nación. Les regala dinero, pues.

Definitivamente debe revisarse el TLCN, pero con negociadores nacionalistas, que ven por el interés del país y no de grupos políticos o personales. Esto ocurrió en las negociaciones del TLCN y ni debe volver a ocurrir.

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