Por Víctor Sánchez Baños

 

Esta es la cifra negra. En México hay más de 17 millones de armas, de todo tipo y calibre. De esas sólo el 19 por ciento, las más sofisticadas, están en manos del Ejército y otro 17% en las diversas policías y guardaespaldas. El resto, 64% están en manos de delincuencia organizada, la desorganizada y se estima que sólo el 19% está en manos de los mexicanos comunes y corrientes.

El mercado ilegal de las armas, que es la verdadera cifra negra, representa la friolera de unos 75 mil millones de pesos, si se toma en consideración algunas armas que están bajo la responsabilidad del Ejército, la Armada y otras organizaciones policíacas, consideradas de alta tecnología.

Datos que se miden como estimaciones superficiales, ya que no hay un dato certero sobre este tema, el armamento de mayor tecnología no sólo está en manos de las fuerzas del orden, sino de la delincuencia organizada.

En México no existe control sobre el armamento que tienen los civiles y en muchos casos ni de los grupos policíacos. No se sabe cuántas pistolas, metralletas, cañones, obuses y todo tipo de armamento sofisticado está circulando, especialmente entre los criminales. Hay estimaciones, repito, pero nada oficial. Por ello, como los impuestos de control, debería el Estado legalizar esas armas y saber qué hacen con ellas, a pedirle la población que las cambie por alimentos.

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