Por Víctor Sánchez Baños

Resulta totalmente incongruente que los productos sin azúcar sean más caros que los que llevan el dulce o el derivado de las frutas como la fructosa. Pero, este tipo de maniobras de los productores de alimentos, tiene un sentido que va más allá de un ahorro, sino una estrategia dirigida a quienes cuidan su salud.
Es un hecho, comprobado por la medicina, que grandes cantidades de azúcar y sal provocan daños severos en la salud de los seres vivos; desde los animales domésticos hasta los seres humanos.
Empresas refresqueras, panificadoras, mermeladas y otros productos, venden sus productos con altos contenidos de fructosa, fundamentalmente, producto que es similar al azúcar de caña, para adicionarlo a sus alimentos. De esa manera generar adicción a su consumo, lo que les deja más utilidades, pero provocan enfermedades en los seres vivos que van desde la diabetes, hasta el hígado graso que termina en cirrosis no alcohólica.
Esas mismas compañías agregan cantidades extraordinarias de sal y productos químicos que van desde colorantes hasta conservadores, que son cancerígenos y en el menor de los casos (que no deja de ser moral) hipertensión arterial.
Aunado a lo anterior, vemos que monstruos corporativos incrementan brutalmente sus utilidades, mientras los sistemas de salud de los gobiernos tienen que destinar más y más dinero para atender enfermedades que ahora se les conoce como “crónico degenerativas”.
Esas empresas, como si fuera un gracioso regalo al consumidor, produce alimentos que no tienen conservadores, fructosa, azúcar, sal, hormonas animales y sintéticas, antibióticos. Sin embargo, los precios son exageradamente caros, a pesar que sus costos de producción son menores.
El objetivo, es mantener cautivos a los consumidores e impulsar otro mercado gigantesco, que es el de las medicinas. Nadie se escapa.
poderydinero.mx
vsb@poderydinero.mx
@vsanchezbanos