Por Víctor Sánchez Baños

De acuerdo a expedientes de la Auditoría, en 2017 se destinaron 76 mil millones de pesos a Sagarpa, y para 2018 fueron 71 mil millones. Un presupuesto menor en un escenario complicado, debido al recorte de programas, por una parte, y los subejercicios, por otra.

Limitar recursos al campo pone en riesgo la alimentación de los mexicanos, pero denota ineficacia en el manejo de varios organismos del agro con recursos federales como Procafé, Pimab, Proagro, Aserca, y todos los que impacten a los productores.

Lo que queda claro es que el presupuesto del sector agropecuario es similar (en cifras) al de 2008, lo que implica un retroceso de 10 años, a lo que hay que agregar niveles inflacionarios y devaluaciones; es decir, que en términos reales ha sido mucho mayor.

Para la clase política, que busca sistemáticamente bajar el gasto para obtener una estrellita en la frente del funcionario, mientras la población sufre de carencias y el freno de impulsores económicos de bienestar a toda la sociedad.

Abandonar el campo es un suicidio.

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