Por Víctor Sánchez Baños

La Secretaría de Hacienda, al mando de José Antonio Meade, estima que durante 2017 el Producto Interno Bruto (la suma de los bienes y servicios que producimos todos los mexicanos) registraría un crecimiento anual de entre 2.0 y 3.0 por ciento, en línea con las expectativas del sector privado pronosticados a principios de año.

Esta cifra la proporcionó Hacienda en septiembre del 2016 aún sin evaluar el impacto de nuestra economía con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. La cifras pronosticadas eran sumamente optimistas. Pensaban en una inflación de 3%, congruente con la meta del Banco de México, y un tipo de cambio nominal promedio de 18.2 pesos por dólar durante 2017.

Por su parte, para estimar los ingresos petroleros de 2017, se utilizó un precio promedio de la mezcla mexicana de crudo de exportación de 42 dólares por barril, garantizado con la estrategia de coberturas petroleras del Gobierno Federal para 2017, y plataformas de producción y exportación de crudo de 1,928 y 775 miles de barriles diarios, respectivamente.

Ahora, a mediados de marzo del 2017, esas cifras quedaron atrás con un PIB que a duras penas podría llegar a 1.5%, una inflación superior al 5% y un dólar que ronda los 20 pesos. Sólo el pronóstico del petróleo estuvo más o menos acertado. El efecto Trump, fue devastador para México y no tenemos salvavidas aún.

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