Por Víctor Sánchez Baños

 

Los mexicanos nos quejamos constantemente por los deficientes sistemas de transporte público en el país. Pero, ¿hay solución para mejorar ese sistema, especialmente en las megalópolis como la Zona Metropolitana del Valle de México?

Definitivamente sí. Pero para lograrlos hay que acabar con intereses millonarios de políticos que son dueños de flotillas de microbuses, autobuses y taxis. Ellos son el principal obstáculo para hacer eficiente e impongan reglas de tránsito para poner orden vial. Es un negocio de poco más de 150 millones de pesos diarios. Algo así como 54 mil 750 millones de pesos al año. Cifra nada despreciable, para hacerse de la vista gorda y de los bolsillos gordos también.

Los transportes de pasajeros deberían, como ocurre en países y ciudades civilizadas, usar vías. De esa forma tienen un carril especial, sus horarios son puntuales y la seguridad de los pasajeros es superior, no sólo por la disminución de accidentes, sino que en esos transportes podrían poner a un costo muy bajo, cámaras de video que se vigilan en tiempo real.

Además, convertir esos transportes a eléctricos, eliminan el uso de combustibles fósiles y no se someterían a congestionamientos, por lo que su mantenimiento sería un 75% más bajo al actual. Son más beneficios que perjuicios para el usuario y el dueño del sistema.

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