Por Víctor Sánchez Baños

Agustín Carstens, gobernador del Banco de México anunció su renuncia valedera en julio próximo. Se va al Banco Internacional de Pagos, donde recibirá un excelente salario y, al mismo tiempo, se saldrá de la jugada política mexicana donde la política monetaria y antiinflacionaria fracasará en los próximos meses.

En su segundo periodo al mando del banco central mexicano, Carstens determina irse y abandonar el barco… perdón el banco. ¿Cuenta con información privilegiada sobre lo que ocurrirá en materia económica en el país a consecuencia de las decisiones políticas de Hacienda?

Lo que realmente vemos ahora, es que los analistas financieros se tiraron al piso para implorarle al administrador bancario que no se fuera. Que era muy valioso e insustituible. Como si el país dependiera de un solo hombre o un solo personaje para realizar las actividades burocráticas en Banxico.

Mejor es que este político se vaya y deje la gubernatura del Banco Central y de esa manera otro mexicano se haga cargo de la política monetaria del país y veamos la forma en que se enfrentaría con los poderosos hombres del Ejecutivo Federal, en materia económica.

Carstens es valioso, pero no insustituible. Además, no cumplió con las metas que establecen la ley de Banxico y la misma Constitución.

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