Por Víctor Sánchez Baños

Tantos rumores e informaciones oficiales, así como “análisis sesudos”, relacionados con el incremento a los combustibles, confunden a los mexicanos.

Las justificaciones oficiales tienen fundamento en la macroeconomía. Sin recursos, un gobierno se paraliza. Sin embargo, la sociedad está cansada de ver el enriquecimiento sin límites de los gobernantes y el empobrecimiento lacerante de la mayoría de los mexicanos.

Ante ello, no hay calidad moral, ni gubernamental para pedirle a la sociedad más sacrificios; que se apriete una vez más el cinturón.

Por ello, el aumento en los precios de las gasolinas, gas y electricidad, benefician el erario público, ya que esos son ingresos fiscales. Sin embargo, este beneficio debería permear a los 127 millones de mexicanos, lo que ocurre muy parcialmente.

Además, otros ganadores son vendedores de combustibles en el mundo ya que México, a pesar de ser un país productor de petróleo no refina gasolinas. Por ello, las importamos y el precio se rige por la paridad Peso-Dólar. Ellos no pierden.

Por si fuera poco, otros ganadores son los ordeñadores de ductos de gasolina. Hacen todavía más rentable ese negocio ilícito.

Al final, todos pagamos las deficiencias en política macroeconómica y, al mismo tiempo, la impunidad para la corrupción.

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