Por Víctor Sánchez Baños

Recientemente, la Secretaria de Economía bajo el mando de Ildefonso Guajardo, determinó imponer sanciones a Estados Unidos, luego que ese país calificó las exportaciones de acero mexicano como comercio desleal por lo que impuso impuestos elevados.

Es una respuesta lógica ante la agresiva política comercial de nuestro socio más allá del Río Bravo. Sin embargo, esto tiene efectos contraproducentes ya que al final de cuentas le restará competitividad al sector acerero mexicano en América del norte, además que varios sectores nacionales se verán afectados entre los que destacan el de la construcción, productos metálicos y automotriz.

Las tarifas comerciales impuestas por EU al acero y aluminio mexicanos obviamente violan el marco legal de la Organización Mundial del Comercio y el TLCAN. Además, inhiben el comercio exterior entre ambas naciones e incrementan los costos de producción que derivarían en un aumento de los precios de otros productos asociados.

De acuerdo a datos de la Cámara Nacional de la industria del Hierro y el Acero, obtenidos por la Cámara de Diputados, en México los sectores más afectados por los aranceles impuestos por México a productos de acero de EU son el de la construcción, el cual requiere del 61.5% de la producción total; el de insumos metálicos y el automotriz, que demandan 18.8 y 10.6 por ciento de la producción total, respectivamente.

Además, los productos más afectados son aceros planos  y lámparas, al tener un impacto de dos mil millones de dólares anuales.

México exporta 5.1 millones de toneladas de productos siderúrgicos y se importan 14.7 millones de toneladas, por lo que somos claramente deficitarios en materia siderúrgica.

De ese tamaño es el impacto de la política proteccionista de Donald Trump que daña nuestra industria.

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