• Un servicio limpio, seguro y eficaz, se vuelve en un yugo para sus operadores

Por Víctor Sánchez Baños

Mientras en la mayor parte del mundo, la empresa de taxis sin concesión, Uber, es un éxito, en México con un millón 400 clientes registrados en su plataforma y al mando de Rodrigo Arévalo, se convierte paulatinamente en un fracaso.

Los motivos, el abuso, corrupción y avaricia de los concesionarios mexicanos que cometen toda clase de abusos contra los propietarios de los vehículos y los choferes.

Las manifestaciones en las principales ciudades del país contra de Uber, se dejaron sentir en la última semana. El malestar de quienes son la materia prima de ese servicio de taxis, rompió el saco y demostraron su hartazgo por los administradores de esa aplicación en internet.

Si bien Uber y Cabify, ésta última con la dirección de Alejandro Sisniega, son dos aplicaciones que revolucionaron el servicio de pasajeros sin caer en las manos de los temibles taxistas “concesionados” por los gobiernos estatales, el precio de un viaje es un poco elevado. Sin embargo, el servicio limpio, seguro, rápido y eficiente, lo merecen.

Sin embargo, los dueños de los vehículos y las son presionados brutalmente para dar un precio bajo que les sacrifica sus utilidades, por una parte, y tienen que entregar en algunos casos hasta el 30% del costo de cada viaje.

El espíritu de este servicio no es hacerlo elitista, sino romper con la corrupción que hay en muchas partes del mundo con los servicios de taxi concesionados por los gobiernos. Pero, en México, la avaricia y el abuso de los “administradores”, mata a la gallina de los huevos de oro.

EN SUMA: La Bolsa Mexicana de Valores, que encabeza Jaime Ruiz Sacristán, no crece y se mantiene como el monedero accionario. Ahí el pequeño inversionista no vale ni una acción ante los intereses de los tiburones.

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