• El desorden cotidiano generado desde el poder

Por Víctor Sánchez Baños

Recientemente me platicaron la historia de un gobernador del Sureste mexicano, que quiso ayudar económicamente a su mamá y le regaló 5 juegos de placas de taxis.

En esa entidad, llega a valer hasta un millón de pesos en el mercado negro. En las zonas turísticas, cada “banderazo” o subirse al taxi, llega a costar entre 50 y 500 pesos. Un negocio redondo.

A lo largo de mi oficio como periodista, he conocido historias similares de jefes policiacos y otros funcionarios gubernamentales, que han creado emporios con transportes de mercancías y de pasajeros.

El caso más elocuente fue el de Rubén Figueroa, quien fue gobernador de Guerrero. El consolidó el llamado Pulpo Camionero en la Ciudad de México que destruyó José López Portillo para darle entrada a un gran negocio que eran las “peseras” o “combis”, esquema replicado por otros países que rayan en la incivilización como India, Egipto y toda Centro y Sudamérica.

Los Congresos no tocan a los pulpos taxistas o camioneros. No les imponen el orden y el respeto. Por ello, hoy las principales fuentes de la contaminación, por el desorden en que incurren, son los transportistas, taxistas y vehículos del gobierno.

Intereses políticos están muy por arriba de los objetivos de una sociedad mejor.

EN SUMA.- El gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, tiembla de pensar que la Volkswagen, bajo el liderazgo en México de Matthias Müller, disminuya su producción. La apuesta del panista en VW, es muy grande.

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