Por Víctor Sánchez Baños

Los bancos de desarrollo tienen un rol importante en el sistema financiero de México. Los créditos y garantías de estas instituciones representaban alrededor de 22% del total de créditos en 2017.

Las propuestas de AMLO para estas entidades consisten principalmente en lo siguiente: Continuar proporcionando financiamiento a los sectores económicos, como el agrícola, industrial y de infraestructura, al tiempo que expanden sus servicios a sectores que la banca comercial no atiende; promover el espíritu empresarial entre la población de bajo ingreso; usarlos como una herramienta contracíclica en periodos de bajo crecimiento económico a fin de evitar que el financiamiento se agote, y aprovechar sus economías de escala para reducir los costos de financiamiento y disminuir los gastos administrativos.

No hay un pleito con el sector bancario, un instrumento que puede detonar el crecimiento de un país o un obstáculo, como ocurrió con el gobierno de José López Portillo.

La Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que preside Bernardo González, supervisa a los bancos de desarrollo locales. Por lo tanto, su expansión del crédito tiene que cumplir con los requerimientos de solvencia.

Por ello, la nueva administración se enfocará en lograr una distribución bien balanceada de la capitalización entre los bancos de desarrollo, permitiéndoles impulsar el otorgamiento de financiamiento.

En nuestra opinión, los bancos de desarrollo de México mantendrán sanos estándares de origen y niveles de capital al tiempo que incrementan e financiamiento. Al igual que otras economías en desarrollo, México utiliza su banca de desarrollo para expandir el crédito a través de la infraestructura nacional de los bancos comerciales.

Son dos brazos: la banca comercial y la de desarrollo. Ambos instrumentos de apoyo a empresarios locales para impulsar el desarrollo económico de país. Esa es la relación que tendrán con AMLO.

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