Por Víctor Sánchez Baños

La cultura del seguro de vida, gastos médicos y hasta de vehículos no está arraigada en México, por motivos políticos. Durante la administración de Andrés Manuel López Obrador, en el gobierno de la Ciudad de México, no hizo obligatorio el seguro vehicular debido a que “200 pesos anuales” es un robo de los empresarios.

Pero, miles de personas en México, no son indemnizadas y otros miles más siguen en prisión por no tener para “reparar el daño” en accidentes automovilísticos, donde los daños materiales y muertes, suman más de 7 mil millones de pesos anuales.

En materia de seguros de gastos médicos, estos son caros, lo que implica grave responsabilidad de las aseguradoras que, a pesar de castigar a los médicos con honorarios bajos, tratan de evadir con todo tipo de argucias el pago de los gastos médicos y hospitalarios. Una enfermedad puede llevar a la ruina económica a una familia, ya que podría apostar su patrimonio que generalmente es una casa (cuando mejor le va) o un automóvil. Muchas otras veces caen en manos de agiotistas como las casas de empeño.

En el caso de seguros de vida, la situación es peor. Las aseguradoras están preocupadas por los grandes consumidores, a los que les cobran decenas de miles de pesos que deducen fiscalmente y se olvidan de los que al morir uno de sus familiares, podrían enfrentar los gastos funerarios con 100 mil pesos, o un poco más, para dar tiempo a encontrar una fuente alterna de ingresos económicos, cuando el fallecido era el soporte de la familia.

Urge una cultura del seguro, pero sobre todo las aseguradoras deben ponerlos al alcance de la mayoría de los mexicanos.

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