Por Víctor Sánchez Baños

De los casi 42 millones de usuarios que tiene la Comisión Federal de Electricidad, seguramente el 90%, si no es que más, se quejan del servicio y las tarifas de la empresa gubernamental que es, al final de cuentas, un monopolio en el servicio de energía eléctrica.

La cadena de su servicio va desde la instalación de medidores, con cargo a los consumidores, hasta el cobro de tarifas diferenciadas bajo un esquema demagógico, impráctico y con evidentes abusos. No aplican esas tarifas en condiciones de igualdad a todos los mexicanos e incluso, con esas tarifas diferenciadas castigan a las clases medidas

Estas son las que están hartas de los abusos de la misma empresa gubernamental, que dirige Jaime Hernández. Si vives en una colonia clase media, de inmediato cobran más por el servicio, aunque gastes mucho menos que una persona o familia en una colonia popular, en cualquier parte del país.

Con la llamada tarifa de consumo doméstico alta, mientras en una colonia pobre, por el mismo consumo, te cobran 150 pesos bimestrales, por el delito de vivir en una zona clase media, aunque no tengas recursos económicos, te cobran hasta 2500 pesos bimestrales. Después, en un negocio sospechoso, la CFE tiene empresas privadas que, por concesión, cortan el suministro de energía eléctrica.

La CFE roba a sus clientes, no hay estímulos fiscales o descuentos para que el consumidor final genere su energía limpia (solar o eólica) y lo que es una aberración, distingue a mexicanos de primera, segunda y tercera para cobrarles el costo de energía. Un robo de un monopolio.

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