Por Víctor Sánchez Baños

Cientos de millones pesos serán tirados a la basura en el viejo, aunque actual, aeropuerto de la Ciudad de México. Esa terminal aérea, dirigida por Alexandro Argudín, la abandonan. No invierte nada para el mantenimiento de sus instalaciones. Ofrece una cara sucia y desvencijada, en la puerta de acceso a los visitantes nacionales y extranjeros.

La justificación es la puesta en marcha del nuevo aeropuerto, que está bajo el liderazgo de Federico Patiño.

Sin embargo, los mexicanos debemos, cuando menos, tener una cara limpia todo el tiempo. Genio y figura, hasta la sepultura.

Los daños del AICM son muy aparatosos y por ser una terminal de la mayor relevancia por el volumen de gente y mercancías que mueve.

Ante legisladores federales, el director general del AICM, Alexandro Argudín Le Roy, afirmó que el costo de reparación de los daños ocasionados por los movimientos telúricos de septiembre pasado, fue de 82 millones de pesos, financiados con recursos propios.

Bueno, es tal el caso que provocó Argudín, que no sólo tiene baños más sucios que las gasolinerías, sino que es bueno para cobrar a las aerolíneas por los slots, o sea los horarios de despegue y aterrizaje de las aeronaves.

En lo comercial, los locales se rentan a precio de oro. El dinero generado por ese Aeropuerto no es nada despreciable. Pero, a pesar de ello, cuando se gasta alrededor de 5 millones mensuales en salarios, el resto debería destinarse al mantenimiento. Sin embargo, nadie sabe en qué se usan esos recursos ya que el aeropuerto está abandonado.

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