Por Víctor Sánchez Baños

El fracking, un sistema para inyectar agua a una cueva para expulsar petróleo o gas, se convirtió en un mecanismo que genera severos riesgos a la salud humana y la contaminación del agua, lo que plantea al Estado el reto de garantizar un medio ambiente sano y agua limpia.

Es una fractura hidráulica, para generar grandes emisiones de metano, mediante actividades como el desfogue o venteo de gas, el quemado ineficiente del mismo, así como el transporte de gas metano, tanto en plataformas de exploración y explotación.

El metano es un contaminante climático mucho más potente que el dióxido de carbono, y provoca el 25% del calentamiento global. Los niveles de emisión de metano siguen creciendo a nivel mundial y esto es muy preocupante. Las emisiones de metano en los sectores de extracción de petróleo y gas, permitirá avanzar en el cumplimiento de las contribuciones de México a la reducción de emisiones signadas por el país en el Acuerdo de París.

Aunque es un mecanismo que impulsa grandes utilidades a quienes explotan los hidrocarburos, también utilizar enormes cantidades de agua que contamina y quita a los habitantes de la región.

Esta técnica está en operación en varias entidades del norte del país como Chihuahua y Coahuila, donde la población podrá ver que el gas salga por las llaves de agua, como ocurre en varias entidades de Estados Unidos.

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