Por Víctor Sánchez Baños

Hay ambiciosos planes de infraestructura en el país que abruman. Sin embargo, la lentitud en la entrega de las obras es pasmosa.

El país tiene una Red primaria de 15 ejes troncales, de los que destacan tres por su importancia logística: Monterrey-Nuevo Laredo, el más transitado y que más carga lleva a Estados Unidos; Querétaro-Ciudad Juárez, que llega a California y a la ciudad con más mexicanos en la Unión Americana, y México-Nogales, que cruza toda la parte de occidente y conecta con Guadalajara y Michoacán. Además, se tiene la puerta al sureste, la Puebla-Progreso, y otros que comunican a los océanos, como el de Mazatlán-Matamoros.

En el Plan Nacional de Infraestructura hay una meta de 52 autopistas, 80 carreteras, 50 distribuidores y 36 mil 150 kilómetros de caminos rurales, para lo que requerirán 205 mil 812 millones de pesos, para lograr tres mil 343 kilómetros.

Para 2018, es mínima la diferencia, pues se estima un presupuesto de 39 mil 296.2 millones de pesos: 16 mil millones, a construcción y modernización de carreteras federales; ocho mil 275 para conservación; seis mil 407.4 millones de pesos, para desarrollo carretero; cuatro mil 855, a conservación de carreteras rurales y alimentadoras; PET, 952 millones; 225 millones, a servicios técnicos, entre otros rubros.

Esta es la danza de los millones de pesos, pero la lentitud de entrega de obras lleva al doble de lo estimado, así como un incremento en los costos. ¿Quiénes ganan?

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