Por Víctor Sánchez Baños

La economía mexicana y gubernamental es cruel. Por un lado, despilfarra en política y por la otra deja en estado de vulnerabilidad a los más débiles. Por ejemplo, México ocupa el segundo lugar en América Latina en cantidad de niños huérfanos con 1.6 millones y según el INEGI, en el país existen 30 mil niños institucionalizados que viven en albergues, casas hogar u orfanatos públicos o privados y se encuentran a la espera de ser adoptados, de éstos el 77% de niños y adolescentes que están en centros de asistencia social tienen entre 7 y 17 años.

La economía debe ser el instrumento para el mejoramiento social vía los impuestos y apoyar a esos sectores que viven en pobreza extrema al cobijo del gobierno.

Es más, el Estado busca que esos menores sean adoptados y pretende agilizar los trámites legales, administrativos y judiciales, ya que el proceso se lleva entre 9 y 10 meses y se puede prolongar hasta dos años o más. Pero, después de dejarlos en manos de matrimonios o parejas del mismo sexo, los abandona y no hace un seguimiento de sus vidas.

El Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México tramitó entre 2012 y enero de 2017, mil 200 solicitudes de adopción fueron realizadas en la Ciudad de México, sin embargo, el 35% de las peticiones fueron concedidas. De esta cifra, el 10% se otorgaron a adoptantes internacionales. Abandonados por la sociedad y el gobierno.

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