Por Víctor Sánchez Baños

¿Quién es el culpable de la constante pérdida del poder adquisitivo de los mexicanos? ¿Quién y cómo se definen los salarios mínimos en el país? ¿Hay plan con mañana para contar con un argumento (los salarios bajos de los mexicanos) para atraer las inversiones extranjeras?

Las respuestas van dirigidas a la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, que preside Basilio González Núñez, donde los grupos (empresarios, obreros y gobierno) “acuerdan” el incremento a los salarios, sin tomar en cuenta fundamentos técnicos, ni legales (donde la Constitución establece que debe ser suficiente para satisfacer necesidades alimenticias, educación, vestimenta, techo, transporte y esparcimiento).

Los políticos pusieron hace un par de años, encabezados por el jefe del gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, en el pandero el tema, pero no se solucionó nada. Mencionaban un incremento basado en estimaciones emocionales y no científicas. Claro, se necesita un salario superior a los 300 diarios que a duras penas podría cubrir las necesidades elementales y no de 88.36 pesos diarios.

México es el país con los mejores salarios en dólares, en el continente, lo que nos convierte en un atractivo interesante para el mercado internacional de inversiones. Esto, parece un “compló” para atraer inversiones, pero no para mejorar el nivel de vida de los mexicanos.

Ahora bien, en términos económicos, no se trata de aumentar indiscriminadamente los salarios. Se debe buscar el sistema económico que brinde mejores condiciones de vida, mediante una política económica y fiscal que estimule la creación de empresas y, por ende, empleos. Todo lo demás es vulgar demagogia.

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