Por Víctor Sánchez Baños

Para muchas personas, el gasto en el nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México es un despilfarro. Sin embargo, es importante destacar que, a pesar que sólo el 7% de la población utiliza los servicios aeroportuarios, el aeropuerto es la puerta de entrada y salida de personas y mercancías.

Aumenta paulatinamente el número de usuarios de transporte aéreo, lo que acerca a familias y negocios. Al mismo tiempo, se convierte en una importante fuente de empleos.

La declaración demagógica de Andrés Manuel López Obrador, dueño de la franquicia partidista Morena, de no poner en marcha esa terminal aérea, es una aberración económica y social, aunque atraer simpatías de los más pobres y de quienes no utilizan los aviones en el país.

Es necesario contar con un sistema aeroportuario que compita internacionalmente, a fin de atraer turistas, estimular el comercio internacional y, además, el mejorar la imagen como país, en un mundo globalizado y competido.

Cancelar ese tipo de proyectos, mientras se privilegia la burocracia, así como la clase política con concesiones y dinero, ese un despilfarro. Nadie gana. Todos perdemos.

Necesitamos más proyectos que detonen nuestra economía. Así lo hicieron países que hoy son la envidia de nuestros gobernantes. Los chinos, los coreanos y otras naciones que hace menos de 50 años eran terriblemente pobres, hoy son potencias. Se abrieron al mundo y sus pueblos tienen mejor nivel de vida.

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