Por Víctor Sánchez Baños

Durante la campaña presidencial en Estados Unidos, Donald Trump, propuso una transformación total del panorama del comercio internacional de ese país y, en particular, prometió renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

De inmediato se encendieron las luces de alarma entre los analistas financieros internacionales, quienes consideran, como el caso de Standard & Poor´s, que la renegociación del TLCAN podría afectar a las industrias de transporte y energía de México en los próximos años, derivado de una potencial caída del PIB (todo lo que producimos en el país)

Ante ello, el país podría revisar su estrategia energética para reducir su dependencia de la importación de gas natural y productos de petróleo refinado provenientes de Estados Unidos, aunque afrontaría diversos obstáculos. En particular, tendría que analizar los importantes costos de transporte e inversión que están involucrados, con el fin de reducir su dependencia de energía.

La Reforma Energética, aprobada en la administración de Enrique Peña Nieto, tendrá que realizar varias evaluaciones de la mano del sector privado mexicano a fin de establecer nuevas normas de inversión, importación y negocio interno, en materia de energía.

De ser exportadores de petróleo crudo e incluso de refinados, ahora importamos grandes cantidades de gas y combustibles. La política irracional de no invertir en petroquímica hunde a la economía nacional.

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