Por Víctor Sánchez Baños

Ahora resulta que el llamado “chip” de las tarjetas de circulación en la Ciudad de México y en muchas entidades de la República, no funcionó. Ante ello, se utilizará un  código QR, que es infinitivamente más barato.

Esa “puntada” del gobierno de Marcelo Ebrard y otros gobernadores, arrojó un negocio para los impulsores de dicho “chip”, por más de 1,750 millones de pesos. Claro, descontando el monto de los derechos que se pagan a las tesorerías estatales.

Esas “puntadas” que se cobran al contribuyente, son impuestas con el fin de hacer un “sobreprecio” sobre el derecho que regularmente se cobra. Cada año, cobran el refrendo de la Tarjeta de Circulación, y esos ingresos son “anuales”.

Si ese dinero se utilizara para el beneficio de la sociedad con hospitales, escuelas, pavimentación, agua potable, reparación del sistema hidráulico o cualquier otro bienestar comunitario, sería bienvenido.

Sin embargo, no hay transparencia en la captación de esos recursos vía derechos, refrendos, multas, entre otros. Eso nos lleva a la fundada sospecha que se roban esos recursos, al igual de los negocios de los parquímetros, las fotomultas y otros sistemas que aparentar mantener el control de vehículos, cuando en realidad son negocios al amparo del poder.

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