Por Víctor Sánchez Baños

El éxito de un país se mide en la inversión extranjera que recibe. Significa que es atractivo para los dueños del dinero, en base a estabilidad económica, política, jurídica y social.

En 2016, a México llegaron 10 mil 107 millones de dólares de nuevas inversiones, una caída de 22 por ciento, respecto a 2015, según la Secretaría de Economía, de Ildefonso Guajardo, lo que representa que no somos tan “bonitos” para los inversionistas y que hay factores que colocan señales de alerta ante la situación del país.

Del total de inversión extranjera directa  que llegó el año pasado, el 37.8 por ciento corresponde a este rubro. En 2015, los 13 mil millones de dólares que llegaron correspondieron al 39.6 por ciento del total.

Los flujos de capitales que llegan al país por concepto de nuevas empresas con participación extranjera, adquisición total o parcial de alguna empresa mexicana ya constituida o registro de participación en fideicomisos de bienes inmuebles, y aunque no siempre ocurre, usualmente se asocia a nuevos proyectos productivos disminuyeron notablemente y no mantuvieron el ritmo necesario para la creación de nuevos empleos. En ello influye el factor Donald Trump, aunque también los problemas de inseguridad y un débil Estado de Derecho, que vivimos en México.

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