Por Víctor Sánchez Baños

Recientemente se dio a conocer el índice de congestionamientos viales en las principales ciudades del mundo. La Ciudad de México resultó con el mayor porcentaje (66%); la más congestionada en el tránsito de vehículos, muy por encima de Bangkok, con el 61%; Jakarta con el 58; Chongqinq, China con 52%; Bucarest, Hungría, 50%; Estambul, Turquía, 49; Rio de Janeiro y Chengdu, China, con 47%; Beijing y Tainam (China) con 46%.

Algunos se sentirán orgullosos porque la capital mexicana encabece esa lista, ya que habla que hay una gran cantidad de vehículos circulando. Sin embargo, la cruel realidad nos indica que esto nos trae más desgracias que bondades.

El mayor tiempo de congestionamientos nos lleva a convertir a la CDMx en una de las más contaminadas y, por ende, mayores problemas de salud de sus habitantes, lo que representa un importante gasto en prevención y atención de enfermedades derivadas de la respiración de contaminantes minúsculos.

Además, por si fuera poco, los daños a la economía se ven reflejados en mayores costos para tener sistemas de vialidades adecuados a las complicaciones generalizadas.

Sin embargo, hay culpables y está en las autoridades que en las principales ciudades del país, permiten el desorden que imponen los transportistas de pasajeros (léase microbuseros, autobuseros y transportistas de mercancías), quienes aprovechan la laxitud de los políticos (muchos de ellos dueños de esos vehículos) y generan más caos. Es un cuento de nunca acabar.

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