Por Víctor Sánchez Baños

A partir de esta semana, los mexicanos no podremos dar seguimiento oportuno a los precios de los combustibles, ya que la fórmula y las ecuaciones se convierten en un galimatías, donde el incremento de sus precios ya no será culpa del gobierno, sino de los intermediarios.

Esto es realmente un engaño más. El aumento en las gasolinas representa un mecanismo para que el gobierno recaude más por el camino de los impuestos.

Como te platiqué en entregas anteriores, estimado lector, el Impuesto Especial sobre combustibles representa un ingreso por 385 mil millones de pesos. Esto nada más con el incremento de principios de año. Los otros aumentos anunciados para éste, simplemente fueron engañabobos. No se aplicaría, por una parte, ya que se trataba de incrementos hasta risibles que en poco o nada afectaban los ingresos fiscales del gobierno.

Aunado a lo anterior, al sujetar el precio a la oferta y demanda del mercado, entonces veremos incrementos sostenidos de centavitos, que al final de cuentas se convierten en pesos y posteriormente tienen impactos inflacionarios.

Aquí es precisamente donde salimos perdiendo todos los mexicanos. Los aumentos en las gasolinas repercuten en los precios de las mercancías lo que provoca inflación, misma que es el impuesto más caro que pagan especialmente los pobres, incluso aquellos que no usan automóviles.

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