Por Víctor Sánchez Baños

México requiere con urgencia una flota pesada moderna y limpia, ya que la operación de camiones contribuye escandalosamente a la contaminación de las ciudades en el país, donde la norma es violada insistentemente.

En promedio, las emisiones máximas para vehículos pesados con motor diésel son 8 veces más altas en México. Un camión nuevo aquí contamina lo mismo que 200 nuevos en Estados Unidos, según cifras que nos proporcionó el PVEM. En el país, el 64% de la flota tiene 10 años o más de operación y el promedio de uso es de 18 años, muy por arriba del promedio europeo que es de tan sólo 9 años.

En la zona metropolitana del Valle de México, la flota vehicular se compone de 85% de vehículos ligeros, con el 19% de emisiones contaminantes; y el 15% de pesados que contribuyen con el 81% del total de la contaminación que agobia el aire de los mexicanos.

Ante esto, el gobierno federal, especialmente la Semarnat, de Rafael Pacciano, se queda inmóvil. A los transportistas, como ocurre en SCT, ni con el pétalo de una orden administrativa. No importa que los daños a la salud de millones de mexicanos se conviertan en muertes prematuras y gastos multimillonarios en medicamentos. Atrás de los transportistas está poderosas empresas que las utilizan para mover sus mercancías y ahí es donde el gobierno tiembla.

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