Por Víctor Sánchez Baños

En 1994, cuando se puso en marcha el Tratado de Libre para Norteamérica, en varias columnas que publiqué en el periódico El Heraldo, me referí a los impactos macroeconómicos y en la economía de los que andamos a pie.

En la macroeconomía se abrieron las puertas a la inversión extranjera y los estadounidenses y canadienses tomaron el control de la energía y servicios financieros, los primeros, y la minería, los segundos. Estos beneficios se aprecian a 23 años de distancia.

En la economía de todos los mexicanos, se reflejó en una mayor competencia. Los empresarios y comerciantes tuvieron que disputarse al consumidor con calidad y precio. Esto provocó que se acabaran los santuarios del contrabando, donde se adquirían televisores, aparatos electrónicos y hasta comida, de mejor calidad y precio.

En estos días, tanto el gobierno como los partidos políticos, no espantan por lo que podría provocar el gobierno de Donald Trump. Nos dicen que con él el apocalipsis llegó. Sin embargo, lo que llegó es el miedo y este provoca mayores daños que sus acciones ejecutivas contra: indocumentados, remesas, el muro o los tratados comerciales.

Tardarán meses y quizá algunos años en que los efectos de la bravuconería de impacte en nuestras casas. Esto no se acaba de la noche a la mañana y eso, por intere

ses políticos, no nos lo informan.

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