Por Víctor Sánchez Baños

 

A partir del 20 de enero del año próximo, Donald Trump será presidente de Estados Unidos. De la mano se iniciarán semanas en las cuales veremos al verdadero empresario convertido en político. Si sus amenazas serán llevadas al plano de realidad.

Hay motivos fundados para temerle a un populista como Trump, sobre todo cuando está acostumbrado a lograr lo que se plantea cueste lo que cueste. Es impulsivo, arrogante, grosero, abusivo. Sin embargo, no es tonto ni es un loco que trague fuego.

Sí, se llevará a una revisión el Tratado de Libre Comercio entre ambas naciones y Canadá, lo que nos dará la oportunidad de negociar un tratado que no fue beneficiosos, pero que ya es obsoleto. Además, debemos proteger sectores que son aniquilados por una apertura de las fronteras comerciales donde nuestros socios llevan ventajas.

No se aplicará el Tratado Transpacífico, que impulsó Barack Obama y a lo que debemos temer es a la imposición de un arancel a las empresas estadounidenses que inviertan en plantas en México o cualquier otro país que no sea EU. Esto frenaría las inversiones en el país.

En esos pequeños pero gigantescos “detalles” hay que poner atención con el “bullying” de la economía desde la Casa Blanca. Lo demás, con su muro, es demagogia vil.

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