Por Víctor Sánchez Baños

 

Empresas privadas se dedican a la vigilancia de los accesos de personas con maletas en los aeropuertos del país. Con sofisticadas máquinas impiden el paso de armas, substancias peligrosas, objetos punzocortantes, alimentos y una larga lista de artículos. Esto lo investiga el senador por Jalisco, Jesús Casillas.

Sin el menor criterio recogen desde una botella con agua hasta pistolas o costosas lociones. Todo ello representa dinero. Pero, nadie sabe quién se queda con esos productos; si se venden o entregan a organizaciones no gubernamentales a manera de donaciones.

Lo que resulta ilógico es que evitan el paso de vinos, alcoholes, lociones, en recipientes de más de 100 mililitros. Sin embargo, en las tiendas del interior de esas terminales aéreas venden hasta “patas de elefante” con licores en recipientes de más de un galón. Incluso botellas que fácilmente podría convertirse en bombas molotov, si es que de seguridad hablamos.

Pero, al final de cuentas encontramos que todo lo “confiscado” a los pasajeros que no reclaman esos artículos en un 95%, se les queda a la misma empresa. El valor monerario se ubica en los 30 millones de pesos mensuales en el Aeropuerto de la Ciudad de México, y los 40 millones en el resto de aeropuertos del país.

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