Por Víctor Sánchez Baños

 

Según datos de empresarios destileros, México se convirtió en el paraíso de los falsificadores de bebidas alcohólicas. Consideran que alrededor del 45% del alcohol que se bebe en el país, es adulterado o falsificado.

Según estadísticas del sector, las bebidas que mayor falsificación reciben son los rones, coñacs, wiskis, vodkas, ginebras, tequilas y últimamente los mezcales. El mecanismo que utilizan es simple. Alcohol, en algunos casos industrial, se disuelve con saborizantes y colores artificiales, para posteriormente, colocarle sosa cáustica para que se vea brillante, especialmente las bebidas que aseguran son añejadas.

El principal mercado de esas bebidas son restaurantes y “antros”. El nivel de alcoholización de los consumidores llega a extremos, como han detectado, hay personas que han sufrido daño cerebral y en la vista.

Este negocio mueve alrededor de 5 mil millones de pesos al año y, por si fuera poco, alrededor de otros 2 mil son evadidos al fisco, ya que estas mafias llegan a falsificar los marbetes de la Secretaría de Hacienda.

Al igual que la falsificación y contrabando de cigarrillos, el contrabando de botellas de bebidas alcohólicas se ha convertido en un grave dolor de cabeza para el gobierno y no sabe cómo evitarlo.

Este asunto se convirtió no sólo en un problema fiscal para el gobierno, sino en un serio asunto de salubridad pública.

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