Por Víctor Sánchez Baños

 

Los números no mienten. Según el Instituto Mexicano de la Competitividad, del 1 de enero de 2010 al 24 de septiembre de 2013, la mala calidad ambiental dejó pérdidas económicas de 13,979 millones de pesos; 19,242 muertes prematuras, 53,000 hospitalizaciones y más de 3.1 millones de consultas médicas en todo el país. Estas cifras se reflejan en un gasto elevado para todos los mexicanos, vía los impuestos.

Este organismo considera que seguramente el costo económico hasta 2018 puede ascender hasta 20,288 millones de pesos desde el 2010. Pero lo más importante son las víctimas. Las muertes prematuras ascenderían a 37,488 muertes prematuras, 103,000 hospitalizaciones y 6 millones de consultas médicas.

Estas proyecciones se basan en datos disponibles y proyecciones, ya que no hay información disponible, ya que para esto no hay estadísticas del INEGI.

Los daños a la salud de las personas que viven en las megalópolis, tienen su origen en las concentraciones de ozono que se mantienen elevados materialmente todo año.

Pese al discurso político, no existe una acción contundente para disminuir a niveles “soportables” la contaminación del aire. Empresas contaminantes de aire, suelo y agua, siguen operando impunemente y, por si fuera poco, el sector más contaminante es el gobierno (federal, estatal y municipal).

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