Por Víctor Sánchez Baños

 

No tener democracia es muy caro para una nación. Sin embargo, la mexicana es una de las más caras del mundo a consecuencia de la enorme desconfianza que tienen, entre sí, los partidos políticos.

Estos, a través del Congreso, en los niveles federal y estatal, se designan enormes sumas de dinero para que puedan funcionar sin “la contaminación de grupos criminales”.

En la fantasía política, todo es color de rosa. Tenemos partidos que en teoría no reciben recursos de grupos empresariales, organizaciones internacionales e inclusive el crimen organizado. En teoría, claro está, por que en la realidad todo es diferentes.

Para evitar que los partidos políticos se vean “mancillados” por el dinero sucio, les destinamos 4 mil millones de pesos para que funcionen los partidos políticos y otros 9 mil millones para el Instituto Nacional Electoral, aun en periodo en que no hay elecciones federales. Si sumamos los 32 institutos electorales y los partidos políticos locales, gastamos en nuestra democracia, 45 mil millones de pesos.

Una cifra escandalosa para procesos electorales que los mismos partidos descalifican. En otros países, los partidos no reciben dinero del gobierno, sino de organizaciones privadas. En México, todo con cargo al presupuesto.

vsanchezb@gmail.com        Twitter y Facebook: vsanchezbanos