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El cielo cura y el médico cobra los honorarios
– Benjamín Franklin, 1706-1790; político, filósofo y científico estadounidense.

Por Víctor Sánchez Baños

Hay cuatro caras del coronavirus: más de mil 20 personas, al lunes 10 a las 18:06 horas, que han muerto y miles que están contagiadas en China, lo que obligó a su gobierno a llevar a la cuarentena más numerosa de la historia de la humanidad, con 56 millones de seres humanos aislados para evitar que la epidemia de ese mal respiratorio se convierta en una pandemia.

La segunda cara es la manera en cómo el resto del mundo enfrenta ese virus que aún desconocemos la forma en que se originó, si se escapó del laboratorio de alta tecnología de Wuhan, donde los chinos investigan varias enfermedades contagiosas, o se trató de un acto terrorista (aquí la maldita teoría de conspiración). El planeta entero, los gobiernos, no están preparados para enfrentar una enfermedad de alto contagio. Si bien superó el ébola fue porque se originó en una región con relativamente, poca población, y el Mers, que es un coronavirus, con una mayor incidencia de mortalidad.

La tercera cara es la económica, que le dedicaré más espacio, ya que las medidas adoptadas por el gobierno de Xi Jinping son drásticas y las del resto del mundo, es de aislamiento de China. Este país genera el 17% del PIB mundial. Su comercio representa, el 15% mundial y la demanda de materias primas es muy grande. La epidemia de coronavirus, frenó los vuelos, las corridas de ferrocarril con sus vecinos, y el transporte de grandes cantidades de mercancías debido a que los puertos están cerrados.

Estos tienen millones de toneladas de mercancías de todo tipo, en las terminales. Hay barcos que están frente a sus costas en espera de poder desembarcar, pero no hay personal para ello. Los trabajadores de los puertos, ampliaron los días de asueto sin paga. Están en sus casas y quieren evitar que tengan contacto. Las calles de las principales ciudades del Dragón de Oriente, están vacías y los centros comerciales ven una inflación de hasta el 300%. Las pérdidas en la economía. En China no se han, ni siquiera, hecho algunas estimaciones. Son miles de millones de dólares. Algunas empresas tenían previsto regresar ayer lunes, pero tomaron la decisión de ampliar ese periodo hasta fin de mes, incluso otras hasta mediados de marzo. Esto complica la distribución de mercancías, que van desde alimentos, medicamentos, insumos para hospitales, materiales de construcción, acero para las armadoras de vehículos.

Pero no sólo es la importación, sino también está frenada la exportación. Gran parte de los aparatos celulares y electrónicos que se fabrican en aquella nación, que incluso en México comercializaban en México como los Iphones y decenas de marcas de celulares fabricadas en aquella nación, las televisiones Sharp y Hisense y muchas marcas, entre muchas marcas. Esto perfila un desabasto de distintos aparatos en esas y otras categorías. El comercio con China está pasmado. Por órdenes del gobierno nadie trabaja y tiene reuniones masivas.

La recuperación del comercio tardará semanas. Frenar puede hacerse en unas horas; echar a andar la maquinaria es complicado. Y, definitivamente, México y el crecimiento económico se verá afectado y, precisamente, por los precios de la energía; el petróleo, pues. Esto, además, de que en los puertos mexicanos están frenadas mercancías y materia destinadas a aquel país.

El cuarto aspecto, sin duda alguna, es el humanitario. China, con ese orgullo oriental, aceptó la ayuda internacional. En México hay empresarios de origen chino que han juntado ayuda humanitaria, que consiste en mascarillas especializadas de la marca 3M, así como las máscaras transparentes, para cubrir el rostro completo, así como respiradores mecánicos y material de curación. Esto para los hospitales en la zona “cero” de Wuhan, en la provinciana de Hubei, donde se concentra más del 65% de los enfermos. Asimismo, necesitarán alimentos y otro tipo de ayuda que coordina el sector privado mexicano. Sin embargo, no hay aviones. Sería un alivio, en nuestro país donde el debate es la inutilidad del avión presidencial, un avión Boeing 787 Dreamliner, que puede realizar el viaje sin escalas y llevar esa ayuda humanitaria. El vuelo de regreso podríamos traer algunos mexicanos, que se llevarían en zonas aisladas para evitar posibles contagios.

Se trata de apoyo logístico y humanitario. No se trata de darle uso demagógico o distractor de los problemas nacionales. Hay 56 millones de chinos que están presos en sus propias casas y con el terror de morir contagiados por el nCoV2019 (Nuevo Coronavirus 2019). Son dramas de seres humanos, sus familias y de una nación entera, que (ojalá y no ocurra) no se convierta en pandemia y afecte a todo el mundo. Todas las naciones deben estar unidas en estos momentos de solidaridad humana, lejos de las diferencias comerciales de ideológicas. Así lo entendió el presidente Donald Trump, que donó varios millones de dólares a China para apoyar a su población. El Presidente López Obrador, cuando menos podría apoyar para darle uso al elefante blanco llamado TP01.

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