La crisis económica provocada por el COVID-19 hundió a la economía mexicana 21.6 por ciento anual en mayo, de acuerdo con el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) que publicó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). 

El dato superó a lo observado en abril, cuando la contracción fue de 19.7 por ciento, resultado del paro en las distintas ramas de la economía para evitar la propagación del COVID-19 y se trató de su caída más profunda desde 1994, año en que INEGI tiene registro. 

El IGAE permite conocer la evolución del sector real de la economía en el corto plazo y su metodología para ser calculado es similar a la que se utiliza en el Producto Interno Bruto (PIB).

El Indicador Global de la Actividad Económica alcanzó 13 meses al hilo con descensos a tasa anual y está a un mes de emparejar su peor racha, que data de noviembre de 2008 a diciembre de 2009, según los datos desestacionalizados del Instituto.

Por grupos de actividad, las terciarias o de servicios descendieron 19.1 por ciento anual, su caída más profunda desde que se tiene registro y acumuló cinco meses en terreno negativo. 

Las secundarias o industriales retrocedieron 29.7 por ciento anual, ligeramente más profunda que en abril cuando fue de 29.6 por ciento. Este rubro acumula 20 meses sin crecimiento. En contraste, las primarias tuvieron un crecimiento de 2.5 por ciento anual para anotar su tercer mes con alzas.

La contracción del IGAE se alínea con los datos provenientes de otros indicadores, como las ventas minoristas, que en mayo tuvieron una caída de 23.8 por ciento anual, su caída más profunda desde 2009, año en que se empezó a tener este tipo de registros. 

Mientras que los ingresos del sector servicios -rubro con mayor peso en la economía mexicana- tuvieron un descenso de 29.5% anual en el quinto mes del año. En ese mismo lapso, el empleo formal registró una fuerte caída, con 344 mil 526 plazas laborales perdidas, según registros del IMSS, lo que representa la tercera cifra más alta desde que se tiene registro. 

Para ese mes, el INEGI reportó un aumento de 2 millones de personas en la población subocupada- que son aquellos que están dispuestos a trabajar más tiempo del cual ya ocupan para una actividad- para totalizar 13 millones de personas en esa situación.También se vio un aumento en la informalidad de 1.9 millones de personas, para llegar a 22.6 millones de personas en esa situación.